Al amanecer con el despunte del día, cuando la ciudad duerme y apenas es capaz de entorpecer al alma, es momento idóneo para transitar las calles, para re-encontrarse con uno mismo, es posible tener un atisbo de lo que es vivir en plena naturalidad sin desplazarse a lugar remoto para re-encontrase con lo íntegro. En ese preciso momento en que la ciudad reposa, aún con los matices claros que reverberan al alba, podremos escucharnos a nosotros mismos si es que atendemos a razones, seremos capaces de conversar con nuestro alter ego sin obligarle a ocultar aquello que nos inquieta. Apenas a esas horas que nadie se cruza contigo, tan siquiera será necesario fingir, no hace falta envoltorio ni etiqueta pues todo se muestra transparente, es visible el contenido desde el exterior. Cuando todo está en calma se es capaz de percibir que existe un amplio mundo de vida natural conviviendo en el entorno urbano apenas imperceptible en cualquier otra circunstancia, imposible de intuir cuándo despierta la vorágine humana. Es éste, el único momento en que soy capaz de disfrutar de la urbe, cuándo tan ingente cementerio de ánimas transeúntes en el hormigón se encuentra desaparecido, sin nadie que la sostenga ni mantenga, sin nadie que la defienda. Deja por un momento de ser ese abisal monstruo invadido por ruidosas e inquietas termitas que sin duda volverá a rugir sin piedad ni compasión ante cualquier grito que solicite clemencia. Dejará de aparentar estar abandonado una vez más, transcurridos los escasos minutos que le restan al amanecer.

"La ciudad, nuestro mundo, no hiere cuando se procura minimizar la tensión, el estrés, la polución y la masificación, cuando se busca crear espacios amplios y zonas verdes en abundancia, se logra así un mayor vínculo con el individuo y cuando únicamente aparenta formar parte de una prolongación civilizada del entorno rural y natural, no una brutal maraña de hormigón."

“Quietud y Flema” es parte del título de una serie secuencial de obras que son una pretendida apuesta por romper con el global de la obra de éste autor, en su conjunto dinámica, incesante y de una agitación extrema, tal y como no podía ser de otra manera tratándose de un fiel reflejo del imperante modo de vida en el que se desenvuelve. Un remanso de paz en el que parece reconciliarse con el resto de la humanidad."