Dialektische und begründete Grundlage, Entstehung der Arbeit
Estar en posesión de un elevado coeficiente intelectual es motivo generalizado de admiración y de envidia. Es éste sin duda uno de los principios más apreciados y valorados dentro de las aptitudes del ser humano, de hecho es fácil comprobar cómo grandes empresas invierten parte de su potencial y de su dinero en caza-talentos afín de integrar y contar en su plantilla con los denominados “cerebritos”, hecho que no ha procurado otra cosa sino elevar aún más si cabe al alza la cotización de estos sujetos. Pero por desgracia, como casi todo lo que magnífica el hombre, se acaba extrapolando de manera exagerada. El 99,9999% de personas es inteligente, su nivel y agilidad mental puede ejercitarse e ir en crecimiento dependiendo de su actitud, su predisposición y la educación que éste reciba de tal forma que bajo condiciones óptimas todos alcanzarían un nivel, tarde o temprano, similar en su coeficiente y dinamismo cerebral. Sin duda elevar a los altares ciertas características no hace sino mermar la importancia de otras, seguramente de igual consideración o quizás más transcendentales. La inteligencia no es nada sin otros valores y facultades, un alto grado de coherencia y de sensatez por ejemplo evitan que ese enorme potencial que supone la inteligencia resulte perjudicial o mal aprovechado para el individuo y la sociedad en general.
“La inteligencia sin un uso práctico, sin coherencia ni eficiencia no es nada más que otro desorden biológico más.”
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza ésta serie de obras.”