El factor de selección natural que propicia el cambio y el desarrollo en los seres vivos durante la evolución y sobretodo en un órgano tan complejo y polivalente como lo es el cerebro humano, hace que prevalezcan con éxito genes con una predisposición espontánea a manifestar valores que han sido potenciados por el individuo a lo largo del tiempo y de las mutaciones, esto es algo prácticamente imperceptible que las especies van acusando a lo largo de generacionales. Pero sucede a una velocidad tan liviana que ninguna de las aptitudes que el cerebro obtiene de manera hereditaria y natural sin haber sido promovidos, educados o ejercitados a posteriori serán por sí solos lo suficientemente idóneos como para resultar eficaces y competitivos en la sociedad en la que se interactúa hoy en día. Es por ello que la persona habrá de estar sujeta en gran medida a la ingente cantidad de conocimientos que necesitará adquirir, practicar y mejorar constantemente a lo largo de su crecimiento para poder sacarle buen partido a todas esas cualidades. Dentro de ese contexto, el confort y la comodidad no le benefician en absoluto, éste necesitará de manera continua y permanentemente imponerse una disciplina sujeta al esfuerzo, al sacrificio y al empeño para obtener un notorio provecho. Relajarse, despreocuparse o desmotivarse no hacen sino retrotraer o mermar las capacidades cognitivas e intelectuales. Tenemos a nuestro alcance diferentes y diversas fuentes que nos facilitan y aportan el conocimiento de manera rápida e instantánea por lo que cada vez la memoria deja de ser un recurso en alza imprescindible como medio para demostrar sabiduría. En la enseñanza se otorga cada vez menos importancia a un uso acrecentado de la memoria o al hecho de tener capacidad para retener una gran cantidad de conocimientos y más a la habilidad o rapidez en el aprendizaje y a la adaptación a nuevos medios y situaciones. Ciertamente la temática y el contenido que se implementan en la enseñanza son cada vez más amplios y de mayor contenido, se incrementan exponencialmente en la medida que se amplían nuestros horizontes y conocimientos, lo que hace imposible abarcar con exhaustivo detalle muchas de esas materias. Se ha alcanzado de manera individual un nivel cada vez más elevado y técnico de información acerca de los aspectos del saber, tanto acerca de su origen como de su funcionalidad que en algunos casos se podría decir que rozan el nivel de experto, pero por otro lado se observa un pobre nivel de respuesta en otros procedimientos y operaciones básicos como pudieran ser el álgebra, la escritura o la lectura. Recurrir con tal sencillez y agilidad a la información enciclopédica y de consulta es algo magnífico pero no siempre ayuda a incentivar los valores primarios, que en definitiva son a los que recurriremos con mayor necesidad en caso de no disponer de nuestros artificios.

"Una sociedad basada en el ocio, con escasas inquietudes y menos motivaciones, relajan y reducen el coeficiente intelectual del individuo. Esta imagen escenifica el algebra del conocimiento. Un monumento que representa el instrumento con la capacidad de medir el saber, el raciocinio y la inteligencia"

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”