Dialektische und begründete Grundlage, Entstehung der Arbeit
A las palabras cuando se les saca punta hieren más que los puñales y lacerar o provocar dolor por el mero hecho de resarcirse, desquitarse o por simple resentimiento se ha de considerar una forma más de violencia. A las primeras palabras que nos atenemos y que aprendemos con un idioma suelen ser insultos, groserías y blasfemias pues son frecuentes y de uso muy extendido en el lenguaje cotidiano. Unas veces a modo de expresión coloquial, puede que con cierto punto gracioso e irónico y otras como recurso para expresar una indignación o un estado de ánimo así como una disconformidad, suelen resultan de utilidad como método recurso para llegar a ser entendido, para que el oyente se ubique y conozca de primera mano el estado emocional del locutor. Pero la mayoría de estas palabras acaban por utilizarse en exceso provocando un lenguaje pobre, vulgar y de escasa utilidad para expresarse debidamente. En presencia de un jurado de evaluación, de una mesa de negociación o bien de un tribunal de justicia compareciendo en un juicio oral como testigo o como simple observador, se exige imprescindible mantener siempre el orden, la cordura, las formas, el respeto y la pulcritud en el lenguaje para hacer valer una posición y la legitimidad de los argumentos que se exponen, fuera del respeto a esos valores simplemente al individuo se le llama al orden, se le expulsa o se le ignora. Esa es sin duda, condición sine qua non para la correcta convivencia y el entendimiento y por tanto hubiera de ser requisito imprescindible en todos los aspectos de la vida. Esos deberían de ser valores exigidos en fundamento a un primer orden en los centros de enseñanza muy por encima del resto de conocimientos y actitudes. La disconformidad, el desacuerdo y las diferencias de pensamiento se pueden debatir y discutir desde el respeto siempre mediante la conciliación y el deseo de entendimiento. La fuerza y la violencia nunca son argumentos sostenibles que justifiquen la veracidad de las cosas, pero disponer de unas capacidades de lenguaje precarias impide expresarse y dialogar con acierto. El esfuerzo que se lleva a cabo en la mayoría de centros de enseñanza por instruir dentro de estos valores se tirra realmente por tierra en numerosas ocasiones cuando el alumno llega a su entorno familiar, en el cual se practica un nivel de dejadez, permisividad y de exceso de tolerancia. Sin duda la plena libertad vienen de la mano del exceso de permisividad y de tolerancia pues no hacen sino conducir al libertinaje. Resulta incompatible una total condescendencia si se pretende una buena convivencia, en un momento dado será necesario limitar las libertades para no pisotear los derechos del contrario. Se entiende que llegar a ese punto de equilibrio resulta difícil, es complicado demarcar el límite que impida traspasar la línea ejemplar, pero lo cierto es que el insulto como ofensa o medio de provocación incitación a la violencia hacia otro individuo es algo que debía de estar tipificado como delito. Ser insurgente por norma y como conducta sin motivo aparente que lo justifique es una deformación psicológica.
"Juicio oral en la sala de un alto tribunal. Se imponen las formas y se prioriza el diálogo y la corrección"
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”