Los extremos y la radicalización jamás nacen de manera espontánea, aparecen como resultado a un rechazo, a la impotencia o al hartazgo de quienes sienten haber tocado fondo. Una frágil línea se cruza cuando la manipulación, la corruptela y la incapacidad de quienes gobiernan resulta inasumible e insoportable. Llegado a este punto, esos líderes ya no son más que un lastre, incapaces de atender a las necesidades del pueblo y dejando de ser una posibilidad real a la que otorgar la merecida confianza para encabezar un exitoso proyecto de gestión. Hay quienes románticos e ilusos crédulos, a quienes la imagen les puede, se aferran a la condonación y al perdón de cuantos impostores que jamás obtuvieron reputación por sí mismos, circulan por la senda política, aún en tanto en su propia cara actúan con descarado abuso sin prejuicio alguno engañando de manera conspirativa al pueblo, aprovechándose de ésta su fe ciega. Crean alianzas secretas que rozan vínculos mafiosos para dilapidar los pilares de la justicia haciéndoles partícipes de su relato, una enfermiza obsesión por imponer sus criterios aún en ningún caso disponiendo de razón alguna que los exima de la ferocidad con la que arrasan cuanto tocan. Persiguen la creación de una resistencia social que les aporte tiempo para atrincherarse en el poder y abalanzarse contra la oposición en un intento por obtener el abuso tiránico del poder y del beneficio propio de quienes son sus fieles y contubernios. Se crean alianzas con los enemigos de la nación y del continente, se venden al mejor postor por un puñado de votos, despellejan la gallina de los huevos de oro aún a sabiendas de que jamás volverá a poner huevo alguno una vez esquilmada en tanto les sirva para acrecentar su propia fortuna decidiendo por los demás sin derecho de réplica. Esta debe de ser la cúspide, el cenit máximo que han logrado alcanzar las democracias occidentales según el compendio ideológico del estiércol político al que tiende hoy en día la deriva izquierdista de muchos países del continente.

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”