Fondement dialectique et raisonné, origine de l'œuvre
Si hiciéramos seria reflexión y justa recapitulación nos daríamos cuenta de que ha llegado el momento de parar, de tomar pausa y ralentizar toda esta vorágine, percatarnos que no se puede permanecer en una constante aceleración del paso y seguir incrementando el pulso de manera continuada. Nos apresuramos para abarcar mucho más sin darnos cuenta que en realidad obviamos y dejamos de disfrutar multitud de detalles y momentos que requieren de la quietud y la calma para que los sentidos sean capaces de apreciarlos plenamente. Hemos perdido la paciencia y los nervios, que asoman a flor de piel al más mínimo indicio de amenaza, en guardia y atentos a cuanto nos incomoda. Ciertamente hemos logrado un nivel bastante alto en nuestro desarrollo, pero es el momento de seguir bajo ese fundamento modificando su dinámica, de una manera más serena y meditada, depurando, filtrando y reconduciendo todo aquello que resulta perjudicial, para comenzar a proceder de distinta manera, buscando métodos que nos hagan la vida más natural y la existencia más agradable, depender menos de tantísimo fármaco, alimentos y productos sintéticos que nos llevan a un envenenamiento masivo. La tensión produce crispación y enfrentamiento y eliminar la presión nos haría más sociables y mejores personas. Todo este idílico planteamiento pasa por desplazar a último plano los intereses privados de las élites.
"De un tiempo a esta parte parece que nos hemos dado cuenta que nuestros embarcaderos y muelles de carga habían estado durante mucho tiempo de espaldas al mar, sucios y pestilentes, al igual que lo estamos nosotros de la naturaleza. Cada vez son más las ciudades que están recuperando estos espacios para el uso y disfrute de los ciudadanos, creando bellos entornos de un total éxito."
“Quietud y flema” es parte del título de una serie secuencial de obras que son una pretendida apuesta por romper con el global de la obra de éste autor, en su conjunto dinámica, incesante y de una agitación extrema, tal y como no podía ser de otra manera tratándose de un fiel reflejo del imperante modo de vida en el que se desenvuelve. Un remanso de paz en el que parece reconciliarse con el resto de la humanidad.