Tal y como está estructurada la anatomía de la vida, por su complejidad, su belleza y su efectividad, no cabe duda pensar que el nacimiento de un ser humano resulta ser un milagro y una maravilla de la naturaleza. El hecho mismo de que nuestro sistema reproductivo sea capaz de crear copias casi idénticas y con tan alto índice de fiabilidad de criaturas altamente evolucionadas supone un gran logro de la genética, algo asumido como habitual y de lo que apenas somos conscientes. La más mínima variación en cualquiera de los muchos parámetros que influyen e intervienen en las distintas fases de su desarrollo embrionario puede simplemente provocar un malogrado resultado u ocasionar alteraciones que finalicen con unos muy diferentes niveles de capacidades (síndrome de Down, Patau, etc... si nos atenemos a criterios cromosómicos) La variación en el último de los factores X e Y del último de los cromosomas, agrupados en módulos de tres unidades permiten la diferenciación sexual pero una variación numérica de una de estas combinaciones, tanto de pérdida como de ganancia son las que ocasionan distinto desenlace. Lo cierto es que esto, considerado por la comunidad científico-médica como un error que se produce durante la formación del ovocito o del espermatozoide, forma parte del reducido equívoco porcentaje de nuestro organismo. Ciertamente el nivel de exigencia que nuestro complejo sistema organizativo social demanda a nuestras aptitudes hace que individuos con capacidades disminuidas apenas tengan acogida y más aún si son ciertamente dependientes. Desde ese punto de vista hace de ellos personas con una importante minusvalía.

"Un auténtico ejército de células se orquesta para configurar las distintas partes del cuerpo de un ser vivo en fase de desarrollo"

“”Ciencia y cosmos” es parte del título de una serie secuencial de obras que hacen referencia a aquellos logros y descubrimientos científicos o tecnológicos que le han permitido al ser humano obtener un salto cualitativo y cuantitativo en su desarrollo.”