Fondement dialectique et raisonné, origine de l'œuvre
Existe un lugar sin ubicación concreta que tampoco hace referencia a un pensamiento, dogma o creencia en particular. Es una enorme pared, un gran muro que no posee estado físico, que no es tangible y que se haya en una zona remota tan sólo accesible desde el interior de uno mismo. Está en nuestro cerebro, en la mente de cada uno, en ese apartado rincón bajo el cual conviven los sentimientos de abatimiento, de culpa y de derrota. En muchas ocasiones el individuo no es consciente del desenlace que ocasionan sus actos y su comportamiento, tampoco de saber apreciar la escala de valores en la que se sitúa, bajo la cual se ha de salvaguardar y proteger en cada momento y eso le hace caer en errores que a posteriori le llevan a padecer el remordimiento y el arrepentimiento, más aún cuando parte de ese sustento moral desaparece. En muchas ocasiones somos culpables y responsables de nuestra ignorancia y cuántas veces más aún no seguiremos siéndolo. El desconocimiento y un final erróneo consecuencia de una acción equívoca de negligencia o desinterés le puede hacer caer al individuo en una sensación de culpa y desolación, soliendo pagar por ello un alto precio. Una de las variables que inculca la formación y el aprendizaje es el procedimiento de la amonestación y la reprimenda cuando se pretende transmitir un mensaje de equivocación y de responsabilidad ante ello. Bajo esa determinación aleccionamos en la idea de que cada uno habrá de hacerse responsable de los actos y las consecuencias que éstos acarrean, a cambio se recibe como contrapartida una pequeña e inocua cantidad de perjuicio psicológico excusa que sirve para que seamos capaces de reconocer haber aprendido algo de tal desacierto. A causa de nuestra negación al entendimiento y al aprendizaje acabamos apenándonos y lamentándonos y continuaremos haciéndolo en multitud de ocasiones futuras sin reconocer que tal lamento convive principalmente en nuestra obstinación a la negación. El dolor, la pena, el desconsuelo, la tristeza, la culpa, la vergüenza, la nostalgia, el desamor, el alejamiento del ser o de la tierra querida o el arrepentimiento son las causas que conducen al lamento.
"A pesar de la coincidencia semántica, éste muro no está adscrito a creencia o seguimiento religioso alguno, pero al igual que ocurre en las ásperas paredes del antiguo palacio de Herodes en Jerusalén, se recogen en él infinita cantidad de lamentos, plegarias, ruegos y fervientes súplicas de apoyo para salvaguardar nuestra dignidad, bien por medio de la oración y la plegaria o bien manuscrito en pequeñas porciones de papel."
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza ésta serie de obras.”