Todos los conductores somos asesinos en potencia y los vehículos son armas letales capaces de sesgar vidas en décimas de segundo. Aparatos con una capacidad destructiva para la que en realidad no han sido creados, pero que precisamente en la pretensión de salvaguardar la vida de quienes van a bordo, se han diseñado y construido con una sólida resistencia que unido a la velocidad que logran alcanzar, hacen de la debilidad humana y del encuentro fortuito con un peatón u otro conductor un serio problema vital. La irresponsabilidad y la falta de cordura nos aparta en cierta medida de la realidad y de las consecuencias que conlleva enfrentarse a esa realidad cuando de produce un siniestro. Nos encanta la tecnología, nos hace sentir poderosos, grandes y el empuje de esa fuerza sobre nuestro cuerpo, esa sensación de tener el control sobre algo que nos permite superar las limitaciones que nos impone nuestro cuerpo nos vuelve superhombres. Las máquinas que tanta ayuda y provecho nos proporcionan, se construyen hoy en día con unas capacidades no aptas para ilusos que viven la vida como si de ciencia ficción se tratase. La premura y el deseo de llegar pronto a nuestro destino no solo anula la posibilidad del disfrute del propio viaje, sino de hacer caso omiso a las normas que rigen la conducción con un mínimo de seguridad. Estamos dispuestos a jugarnos la vida o llevarla al límite por el mero hecho del placer, quizás en ocasiones por presumir ante un grupo de amigos, como evasión o también por enajenación y desequilibrio, el problema no es la importancia que otorguemos a nuestra vida ni el resultado de lo que hagamos con ella, sino de la cruda e injusta aniquilación de quien aún procurando ser precavido y prudente se encuentra sin comerlo ni beberlo involucrado en una tragedia y en el cambio radical de sus vidas.

"Esta obra ha sido creada en consecuencia a un siniestro, un impacto recibido por Ana en su vehículo que la ha llevado a portar un collarín y multitud de dolores lumbares. Un todoterreno la arrollaba por detrás en tanto esperaba acceder a una rotonda de camino al trabajo. Pero el infractor superaba con creces la velocidad permitida y se la llevó por delante. Su cuello y sus rodillas no salieron bien paradas y el vehículo menos aún."

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”