Únicamente podremos afirmar que la civilización habrá alcanzado su madurez cuando realmente haya sido capaz de demostrar que le es posible reparar la injusticia y la afrenta por medio de la concordia y del consenso, no preparándose para su próxima guerra. Sorprende que alcanzado el primer cuarto de siglo XXI, en lo que hemos llegado a conocer como la cumbre del progreso, el avance y el bienestar, en el cual se ha adquirido un alto nivel de desarrollo y una elevada cota de conocimiento, el ser humano no sea capaz aún de resolver sus diferencias, desavenencias y desencuentros por medio del diálogo, la mesura y la diplomacia. Al parecer existen pequeños y aislados huertos en los que subrepticio se cultiva aún la simiente del genocida. Por muy intimidado que un país, nación o estado crea sentirse amenazado, o por muy alto riesgo que se corra de una eventual pérdida de hegemonía e influencia, existen mecanismos suficientes a nivel internacional como para presionar, exponer, demandar o reivindicar cuanta inquietud o temor surja ante una posible situación de riesgo motivo de estrategias soberanistas de terceros países. Nadie tiene la potestad ni el derecho a obcecarse en tratar a la humanidad o a una parte de ella como si de una plaga de insectos se tratare, a los qué por medio de una lluvia de misiles, bombas, tanques o puede quizás que de armas químicas se pueda combatir y hacer huir de lo que él cree o considera por derecho propio su territorio. Todo posible imperialismo ha de quedar erradicado, se ha de conseguir sobre todo y en primera instancia anular y abatir por completo a los genocidas que lo pretenden. Multitud de jóvenes en gran parte inocentes e ignorantes que encontraron el ejército un modo de vida y de conseguir un empleo que les permitiera crear un hogar y una familia, ayudando a su vez a la defensa y seguridad de su país, jamás se imaginaron lo que les vendría encima cuando bajo la falsa excusa de llevar a cabo maniobras de adiestramiento fueron enviados a combatir en primera línea del frente contra quienes no supusieron amenaza ni provocación alguna, quienes tan solo fueron durante mucho tiempo sus hermanos, vecinos y congéneres, arrasando con la población civil que es ahora masacrada y expulsada de todo cuanto poseen, culpa de la perversa ambición de un deficiente ser humano incapaz de crear una familia estable. En dicha contienda no quedan solo multitud de familias mutiladas y desoladas, germina de todo ello con mayor fuerza el peor de los enemigos, una sangrienta espiral de odio.

“Posiblemente acabe de darse a conocer el primer genocida y déspota relevante del siglo XXI, un individuo acongojado y acomplejado desde la niñez, traumatizado y dolido, incapaz de asumir las derrotas, envidioso, rencoroso y demoledor, impasible, frío, apático que pretende desenhebrar los hilos de Europa a conveniencia a fin de obtener gloria y éxito alguno en la vida.”

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras”