Fondement dialectique et raisonné, origine de l'œuvre
Nuestras democracias y en general cualquier sistema establecido de nuestras sociedades, quedan sustentados bajo la hegemonía de poderes fácticos subrepticios transfronterizos no electos que dictaminan el desarrollo y la evolución de las distintas economías, siendo ellos a su vez quienes acaparan y delimitan los intereses comunes que a priori se proyectan globalmente para que así suceda y esto es así no solo en la teoría, sino también en la práctica. A nadie se le escapa que todo pende y depende de lo que denominamos los tres grandes poderes y que son por este mismo orden el económico el político y el del pueblo. Dos de ellos, los primeros, de forma cínica y pretenciosa persiguen únicamente intereses individuales y el tercero, el poder del pueblo que ha quedado reducido a mera morralla y pura apariencia, está subyugado por el resto de poderes, ya bien sea económicamente a través de la dependencia y del marketing publicitario o del poder político que obtiene sus intereses por medio de la corrupción y la extorsión y como no, en cierta medida también por medio del marketing utilizado como fuente de engaño para seducir y blanquear ante el pueblo sus malas prácticas. Con total seguridad se puede afirmar que aún siendo la voz del pueblo la más poderosa, es el poder político quien más directamente juega en contra del pueblo pues osa y se atreve continuamente a llevar a cabo en lo posible todo tipo de maniobras para que a este nunca le quede capacidad suficiente para reorganizarse como una única voz, que sería y es la mejor alternativa que posee para sobreponerse e imponerse al resto de poderes. El marketing siendo la herramienta más potente que existe para doblegar, adiestrar y manipular a la masa, únicamente se vuelve accesible para el poder político y económico y es mediante ese procedimiento por el que se controla y crea dependencia incondicional a la clase obrera. La lucha de clases es una batalla inútil y fallida, hoy por hoy está demostrado que el pueblo como clase obrera trae como resultado la pobreza y el resto de alternativas son simplemente estamentos pensados para mantenerle dentro de un estrato social medio que le permita ser consumidor y generador de impuestos abusivos hasta tal punto de hacer de ellos seres débiles y dependientes del estado. Sin duda la buena fe del pueblo hacia sus gobernantes, creyendo ciegamente que ellos serán el motor que les guiará hacia buen rumbo, les ha hecho perder toda capacidad organizativa y ha diluido toda su fuerza. Será por tanto únicamente por desgracia en casos extremos y por medio de sistemas violentos por los que el pueblo se hará valer sobre esa élite del poder corrupto, si lo que desea es acabar derrocándoles. Los gobernantes no saben gobernar lo único que saben es recaudar y malgastar o defraudar el dinero del pueblo y el poder económico lo único que sabe hacer es absorber y agotar sus recursos en multitud de cosas superfluas e innecesarias. Al pueblo, el más poderoso de los poderes, no se le ha de dar la oportunidad de expresarse y eso lo saben y lo entienden todos los mandatarios, porque si así lo hacen rodarán cabezas una detrás de otra como en su día lo hicieron emperadores, reyes y caudillos que acabaron por caer todos. La plebe necesita ser liderada no menospreciada y maltratada.
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”