CHICOTE CFC

Fruto de una observación extrema y profundamente reflexiva, acompañada de un impulso irrefrenable por exteriorizar inquietudes derivadas de un examen renovado de los principios que se consideran esenciales para el equilibrio social —principios que, pese a su aparente irrelevancia, han sido en muchos casos desatendidos—, la obra de “Chicote CFC” se erige como un ejercicio de resistencia ante la complacencia y la uniformidad estética. Su producción rehúye deliberadamente la monotonía de los planos monocromáticos y la simplicidad formal del minimalismo, para desplegar una energía visual de notable intensidad, envuelta en un dramatismo y dinamismo latentes. Su lenguaje plástico se articula mediante una ejecución singular caracterizada por la abundancia de texturas, la riqueza ilimitada de matices cromáticos, los reflejos precisos y las transparencias sutiles que evocan la técnica pictórica de la veladura. Amparado en los recursos que ofrecen las nuevas tecnologías, Chicote CFC desarrolla una innovadora metodología de creación a la que denomina “Simbiosismo” o “Arte Simbiótico”, con la que logra disolver los límites históricos entre la pintura y la fotografía. Aunque domina los procedimientos y materiales tradicionales, el artista opta por abandonar sus herramientas convencionales para centrarse en la elaboración de obras que parten de “fotogénesis” -instantáneas tomadas a lo largo de sus múltiples viajes-, las cuales constituyen el punto de partida y el soporte conceptual de su proceso simbiótico. Estas imágenes capturan con fidelidad la luz y la gama cromática de la realidad, para luego ser transformadas en composiciones que trascienden la mera representación fotográfica. Las obras de “Chicote CFC” articulan metáforas visuales que, amparadas a veces en un expresionismo esencial, no buscan una identificación literal con las narrativas a las que aluden. Su producción, inevitablemente crítica y punzante, pone de manifiesto la dualidad intrínseca del ser humano, capaz de ser constructivo por vocación y destructivo por inercia. En sus reflexiones plásticas subyace la paradoja de una humanidad que encuentra consuelo en la desgracia ajena, mientras malgasta ingentes esfuerzos y recursos en protegerse de sus propias carencias morales: la avaricia, el egoísmo, la envidia y la inseguridad. Sus creaciones no pretenden exaltar la belleza o la nobleza del ser humano, sino revelar la crudeza y la frivolidad con que éste actúa frente a determinadas circunstancias. Podría afirmarse que su obra entera constituye un intento simbólico de colocar apósitos sobre las heridas de la condición humana. Buena parte de su labor artística se articula en torno a un profundo estudio sobre la doctrina impuesta del dinamismo perpetuo que define la actividad humana contemporánea, un ritmo artificial que ha sobrepasado con creces el curso natural del cambio. La sociedad actual, sumida en un vertiginoso proceso de construcción y deconstrucción continuas, parece haber renunciado a toda pausa que le permita la reflexión, la enmienda o la prevención de sus propias consecuencias. Esta es, en definitiva, una forma de concebir el arte, una percepción personal y una aportación individual a la comprensión del presente. Como afirma el propio artista: “Me he formado en las mejores academias y con los mejores maestros; he absorbido la obra de todos los genios que me precedieron.”