Numerosas cumbres internacionales nacen o se convocan bajo la firme idea asumida por todas partes de que existe una inexcusable necesidad de mantener la estabilidad global, tanto a nivel de seguridad, como de comercio mundial o para la protección del medio ambiente. Pero este tipo de convenciones son toda una falacia en las cuales prevalece siempre la inamovible determinación de las principales potencias económicas y militares, que jamás otorgarán concesiones si ello les supone una rebaja en su nivel de desarrollo. Reinan de fondo en todas ellas las reticencias y hostilidades bilaterales, bien sean patentes o encubiertas que en ese momento subsistan latentes entre algunos países, que acuden con juicios y prejuicios firmes de antemano y que en ningún caso pretenden abandonar. Meras pasarelas con lavado de cara que tan sólo sirven para asomarse al look informativo y periodístico, pero todas ellas infructuosas e inútiles al no existir clara intención de cumplir sus resoluciones por no resultar vinculantes y si así fuese o les comprometiese tan siquiera asistirían. No existe una estructura articulada a nivel mundial que facilite la posibilidad de llevar a cabo un boicot económico que doblegue los pretextos y pretensiones de dichos países, que suelen asistir a estos actos principalmente para dejar patente idea clara de quién son los que constituyen la élite del poder mundial.

"Espadas y cuchillos penden en el aire cuando las negociaciones afectan a los intereses de un estado."

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza ésta serie de obras.”