Dialéctica y fundamento razonado origen de la obra
Nos encanta rodearnos de lo bello, de lo hermoso y placentero, de lo agradable y armonioso, de todo aquello que enajena de lujuria y de buen gusto a nuestros sentidos. Pero el concepto de lo bello es muy amplio y subjetivo, hasta tal punto que nuestros gustos se educan, cambian, transforman y evolucionan al igual que lo hacemos nosotros mismos. Las influencias externas como las modas y tendencias que el mercado nos ofrece, nos hacen ver que lo que antes nos gustó ahora nos ha dejado de gustar, nos parece trasnochado y todo ello madura a la par que nuestra personalidad. En el esplendor de la vida, ese momento en que nuestros sentimientos están a flor de piel y en el cual nuestro cuerpo rezuma vitalidad, nuestra vista se emociona con facilidad obnubilada entre la intensidad del color, de la fuerza, la grandiosidad e inmensidad de cuanto nos sorprende e impresiona, casi todo aún por descubrir. La madurez es más tiempo de serenidad y moderación, de menos sofisticación quizás y más naturalidad, proclive a otorgar más importancia a la profundidad de las cosas que a la superficialidad, es por ello que durante esta etapa no se resuelve fundamental la impresión externa que nos producen las cosas tanto como el mensaje con el que trascienden, no se le da tanta importancia al detalle como al conjunto y al entorno en sí de todo lo que le rodea. A esas alturas la estética que nos transmite la vista no es una imagen directa si no filtrada por el tamiz de la experiencia, funciona ya más como espejo reflector que como cámara fotográfica. Los ojos ya expertos, nos muestran las cosas tal y como las esperamos o las deseamos ver, pequeños placeres de la vista hechos para satisfacción del cerebro y de nuestras emociones.
"El ojo humano posiblemente, aún no siendo un órgano fundamental para la vida, no deja duda que ha de ser considerado como la más increíble y fantástica porción del cuerpo en cuanto al desarrollo y a las cualidades que otorgan sus capacidades. Nuestra vida y nuestras inquietudes, el arte, los viajes, los entornos paisajísticos o la residencia de nuestros sueños están ubicados en esa porción de gloria que antes nos ha recreado la vista."
“Quietud y Flema” es parte del título de una serie secuencial de obras que son una pretendida apuesta por romper con el global de la obra de éste autor, en su conjunto dinámica, incesante y de una agitación extrema, tal y como no podía ser de otra manera tratándose de un fiel reflejo del imperante modo de vida en el que se desenvuelve. Un remanso de paz en el que parece reconciliarse con el resto de la humanidad."