Dialéctica y fundamento razonado origen de la obra
“Yo soy el martillo del mundo…donde mi caballo pisa no crece hierba”. Esta frase atribuida a Atila, rey de los Hunos, también conocido como “El azote de Dios”, nos da una idea de la crueldad con que actuaba este líder tribal de los años 400 d.C. en lo que entonces era Europa Occidental y Asia Central. Ni los romanos, cuyo imperio por aquella época ya iba en decadencia, se salvaron de la furia de Atila. Este despiadado y bárbalo jefe, ensalzado por sus huestes como al igual lo fueron en su momento Hitler, Stalin, Napoleón, Julio César o Alejandro Magno entre muchos otros caudillos, en realidad no fueron sino grandes depredadores humanos que no se conformaron con salvaguardar y proteger a sus conciudadanos sino que persiguieron la gloria y la supremacía arramplando y aniquilando muchos otros pueblos en busca de la expansión y la riqueza. Tan sólo aquellos pocos que fueron capaces de converger y asociarse de forma pacífica con sus vecinos o aliados en mutuo acuerdo y con el respeto de por medio quedan al margen de esta reprobación. Porque la sangre de millones de personas inocentes se derramaron en todas y cada una de sus campañas movidos únicamente por un ansia y codicia desenfrenada que tan sólo se justifica por la búsqueda de la notoriedad y del enriquecimiento. A pesar de participar de la condición humana, dichos individuos carecían de su más ínfima calidad y cualidad, aunque por suerte eso sí, perecieron como los demás. Una vez fenecido el depredador toda herida se restituye, pero a su paso dejan un rastro de muerte, dolor, sufrimiento, recelo y devastación difícil de reparar si no es con el paso del tiempo. Nuevamente es necesario recordar que la historia la escriben los vencedores que en la mayoría de casos no son otros sino los mismos feroces y brutales jefes de esas estirpes, de ahí que en nuestros libros de leyenda se les siga haciendo referencia como a grandes y gloriosos héroes capaces de forjar vastos imperios bañados en sangre.
"Campos yermos poco a poco restituyen sus heridas, las que el salvaje depredador dejó grabadas a su paso por cuantos lugares se le antojó ocupar"
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”