Dialéctica y fundamento razonado origen de la obra
Tan atemporal como esporádico y tan sólido como reversible. Todo cuanto se erige o se forja sobre nuestro entorno tiene carácter de transitorio, nada es perpetuo ni permanecerá de por vida en su forma y características en el lugar que ahora ocupa y únicamente para que conserve su actual apariencia, para hacer que participe de su original concepción necesitará de un prolongado y continuo mantenimiento, ciertas remodelaciones y puntuales restauraciones. Los trabajos reparatorios o el saneamiento de infraestructuras son una constante en la idiosincrasia del ser humano y más aún cuando se vive dentro de una urbe en la que multitud de elementos se suceden y se requieren para mantener el buen desarrollo y la dinámica de la actividad. Nuestro artificioso mundo se ha erigido y se mantiene firme gracias a un incesante ritmo sin pausa de trabajo, un proceso que nace de haberse forjado poco a poco, paso a paso sustituyendo y renovando viejas por nuevas estructuras o bien rehabilitando las que con anterioridad se construyeron. El tiempo y los elementos son quienes se encargan por sí solos de hacer mella en todo, nada tiene categoría de imperecedero, por tanto, para que persista en la memoria nos vemos obligados a estudiar minuciosamente su cuidado. Esto que parece ser una simple alegoría al mérito de hacer que todo mantenga su apariencia y se conserve en el tiempo, es aplicable por supuesto a todos los niveles y a la cualidad personal del ser humano, de su capacidad para mantener vivos cuantos intereses desea preservar para futuras generaciones, esto forma parte de su espíritu y de la capacidad de regeneración, de levantarse una y otra vez. La huella del pasado le evoca nostalgia, morriña que a menudo le sirve de sustento para obtener un nuevo impulso hacia delante. Nada se retiene de por vida, todo requiere de un celo y paciente cuidado, de un mimo y puesta a punto y cada día suma en ese logro de conservar cuanto tenemos, necesita ser nutrido y alimentado para que perviva. Al igual que el hombre y su corta memoria olvidan, su huella con el tiempo se desvanecerá y se borrará, incluso los sentimientos se atenúan y el fuego se apaga si no se le aviva con perseverancia.
"El ser humano es ese gran edificador, un ser cuya cualidad pasa por tener la peculiaridad de no querer perder su identidad ni sus orígenes y con ese afán y un desbordado empeño por retenerlas en el tiempo a la vez de no parar de crecer en sofisticación, aplica toda su tenacidad y esfuerzo"
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”