Dialéctica y fundamento razonado origen de la obra
El global de los mortales nacemos cautivos bajo la condición de semi esclavos, partícipes de un sistema que nos obliga a seguir unas pautas de comportamiento encaminadas básicamente a estar bajo la condición de casi subsistir diariamente con lo justo y poco más. A lo sumo, si conseguimos tener la suerte de que el destino nos posicione entre esa élite que se permite sobresalir del resto de la media, entre ese selecto grupo al cual se le abren con suma facilidad toda clase de alternativas, y repito... digo suerte pues a pesar de estar en condición de participar o haber nacido ya entre dicha élite se necesita una gran dosis de casuística y apoyos para hacerse un hueco si se desea estar en el lugar o posición en que a casi todos gustaría estar, podremos adquirir un holgado nivel económico que nos permita pagar la cuantía de la deuda adquirida, lo que es lo mismo, comprar en mayor o menor medida nuestra libertad, porque al final todo se reduce a eso, disponer de los medios que nos liberen de ataduras, en lo que juega papel primordial el poder adquisitivo. Al final si profundizamos en esta filosofía de vida que se nos ha impuesto, nos daremos cuenta que ya desde niños nuestros padres ponen a nuestro alcance sin lugar a otra opción, entrar a formar parte de esa espiral de consumo que nos atrapa dentro del círculo vicioso que te arrastra a seguir adquiriendo bienes, en gran medida prescindibles o no del todo necesarios, pero que te ata a créditos, cuotas y pagos durante gran parte de nuestra vida. El principal o al menos uno de los principales derechos a los que puede optar un ser humano, o al menos en eso supuestamente nos ampara uno de nuestros principales derechos constitucionales, es a disponer de una vivienda digna, pero este derecho pasa por la obligatoriedad de estar atrapado y embargado por entidades financieras, qué por supuesto actúan con ánimo de lucro, durante por lo menos un largo período de veinte o treinta años. No somos otra cosa que subyugues destinados a trabajar para dueños y amos a los que otorgaremos la mayor parte de nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestra vida. El estado, las entidades bancarias, los directivos y encargados para los cuales desarrollamos nuestro trabajo, son a quienes nos debemos, de ellos obtenemos nuestros réditos y a ellos habremos de abonar casi todo cuanto conseguimos, en muchos casos con creces y el resto de las retribuciones si algo queda, tendrá como destino costear la enseñanza, la preparación y el sustento de quienes están a nuestro cargo. Fortuna es la de quien tras esto y algún que otro capricho al margen que permitirse, le quedan bonus para pensar en las necesidades de futuro. No obstante, y así, durante una gran parte de nuestra vida y más en concreto durante el período que abarca a nuestra preparación de futuro, no se hace referencia a otra cosa a que a entusiasmarse para hacernos creer que tenemos la potestad de poder elegir, ilusionándose con elegir la rama, el campo o la especialidad en la que deseamos centrar el resto de nuestra vida.
"La capacidad de elección que resta al individuo dentro de ese papel que nos otorga la sociedad es mínimo, un ridículo caramelo que disuelve nada más chuparlo, con lo cual las expectativas suscitadas siempre se quedan cortas con respecto a las aspiraciones e ideales que generan, de ahí que el nivel de desencanto sea alto con respecto al grado de conocimientos y preparación que se le exige"
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”