Se nace, progresa y participa dentro de una comunidad. Por puro aprendizaje entendemos que es fundamental sentirnos integrados dentro de ella, estar reconocidos y valorados, de ahí que todos nuestros esfuerzos persigan básicamente la búsqueda de un lugar en su seno en el que poder desempeñar un papel. Pero toda colectividad, asociación u organización para un ágil y correcto desarrollo precisa de estar constituida por múltiples círculos u ramificaciones cada vez a menor escala, acotados y especializados a tenor de diversos parámetros, nivel social, entorno laboral o consanguineidad en la que sus componentes interactúen con mayor o menor cooperación según el nivel de complicidad latente y estructurados en torno a unos preceptos que aseguren su viabilidad. En todos ellos coexisten sujetos más o menos integrados, a quienes supone menor esfuerzo participar del grupo y generar cierta estima dentro de él y aquellos que padecen la apatía y el sectarismo por no poder u desear cumplir los requisitos del conjunto, no aceptar las reglas o incluso apreciar las cosas de modo totalmente diferente al resto. Esos individuos acaban padeciendo el recelo, la afrenta y sintiéndose apartados, sucumben en el completo abandono. Dicho colectivo requiere de mayor apoyo y seguimiento para su integración, pues la renuncia suele acudir por propia inercia.

"El estrato de la displicencia, el rechazo y la incomprensión."

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza ésta serie de obras.”