Durante siglos en la sociedad occidental ha prevalecido un fuerte apego al sentimiento religioso que las nuevas generaciones imbuidas de lleno en la tecnología no comparten con igual entusiasmo. En ese espíritu redentor y de consuelo que los devotos encuentran en un Dios todopoderoso y misericordioso que al final de sus días habrá de sentenciar a todas almas en un gran "Juicio Final", existe un trasfondo que les ayuda sobrellevar sus vidas soportando en muchas ocasiones las injusticias sufridas por el desacierto en el que incurren a menudo las leyes humanas, siempre en la esperanza de ser ponderadas realmente por los propósitos y sus hechos no tanto como por prejuicios y apariencias y con ello lograr alcanzar la verdadera salvación. El sentido de la injusticia ha quedado ya grabado innato en lo más profundo de la naturaleza del ser humano, que encuentra iniquidad en todo cuanto no le corresponde y favorece. Es cierto que las leyes son con seguridad en muchas ocasiones más injustas que justas y que el sentido de la justicia es con mucho algo arbitrario, pero con todo ello no deja de ser lo más ecuánime de que disponemos. Con la inteligente concepción y recreación de la existencia de un "Juicio Final" la iglesia católica no solo se situó un escalafón por encima del poder imperante por entonces en manos de monarcas absolutistas, sino que marcó distancias con todo poder terrenal obteniendo incluso su incondicional fidelidad y prebenda. Sería cuando el poder de la iglesia alcanzaría su mayor auge apoyada en la gloria de "Dios" su guía y líder espiritual. De una manera u otra todas las religiones en entre sus escritos hacen referencia a un Juicio colectivo Final que supuestamente tendrá lugar en los últimos días con el ocaso de la humanidad. Pero en realidad la base a esta referencia y a su concepción aparece por primera vez en los libros del profeta iraní "Zaratustra", creador de la religión zorotraísta fuente de la que posiblemente se impregnaron. A posteriori y de muy distintas formas, las ideas de culto evolucionarían según los acontecimientos, intereses particulares y el desarrollo científico, en algunos pueblos en poco cambiarían los pilares fundamentales continuando por igual supeditados a la intencionalidad de un único redentor y en otras quedará relegado a mera guía de enseñanza moral y ética. Con ello en muchos casos aquél que se elevó a ser juez supremo de todos los jueces habría quedado destronado y reducido a mera intencionalidad.

"Cielo y tierra se separan, se distancian en la medida en que se disipa esa intencionalidad disciplinaria educativa ejemplarizante de la iglesia"

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”