Hasta cierto punto se puede tachar de obsesiva e insistente la intencionalidad con que lleva a cabo el ser humano su afán de disponer o acaparar e incluso retener a otros individuos bajo su control, dentro del ámbito de su influencia. El dominio le apasiona a cualquier nivel, es parte de ese poder absoluto que ambiciona y del que carece, hasta cierto punto difícil de alcanzar, lo cual no le impide recurrir a procedimientos y tácticas subversivas como lo son una retórica convincente pero tergiversada de manipulación dialéctica que utilizada con determinado fin se convierte en un modo de lavado del cerebro. El individuo en su etapa de desarrollo, durante la infancia hasta la juventud en la que el aprendizaje se convierte en un juego, adquiere aptitudes y habilidades que le permiten sobresalir, algo que perfeccionará con el tiempo y que empleado de la manera correcta le permitirá abrirse camino imponiendo su criterio sobre el resto. A medida que el carisma y su carácter se consolidan comenzará a obtener resultados y encontrará en este recurso un aliado, un instrumento que le permitirá utilizar a la persona con cierto criterio de ventaja, sabiendo ser para ello constante e insistente, no cesará una y otra vez en su intento si el objetivo se resiste, porque en el empeño y el tesón reside su éxito. Al final esto es y se convierte en una manera de vivir, de actuar llegando a formar parte de su personalidad. Recurre con asiduidad al artificio, al fingimiento o la simulación, se sirve o aprovecha las debilidades de otros individuos para con el engaño, ese locuaz discurso y una peculiar forma de ejercer, partícipe sin duda de un desdoblamiento de la personalidad, embaucar y tomar el control sobre aquellas personas más cercanas a su núcleo de actuación, no dudando en ampliar ese abanico incluso expandirlo hasta donde sus recursos surtan efecto. Lo peor de todo es que bajo esa mente bicéfala se oculta una falsa modestia, la soberbia infinita moderada en público y el engreimiento de quien se cree superior, pero hace lo posible para que resulte imperceptible, en cualquiera de los casos no puede evitar que su seña de identidad pase por la ostentación y el esnobismo, en el fondo se siente poseedor de una clara superioridad sobre el resto de los mortales a los que pretende someter. Esta es una definición más de un futuro tirano, si llegase al más alto escalafón del poder.

"En épocas en las que la tiranía de reyes o emperadores, amos y señores del poder de los ejércitos no daban lugar a elección, no fueron apenas necesarios medios de convicción para ganarse al pópulo, se conseguía simplemente por la fuerza, pero cuando estas prácticas menguaron, se aportaron nuevos recursos que de igual manera lograrían el mismo fin, pero con el beneplácito de quienes serían también subyugues de su manipulación. Premeditar, tramar o planificar intencionadamente siempre ha sido algo más que un medio, una estrategia válida y efectiva que le ha llevado a los líderes a adoptarla como habitual recurso para perseguir ciertas intenciones, entre ellas el control, la manipulación y el beneplácito de las masas."

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”