Bien me alegro, pues al parecer nuestra sociedad ya ha alcanzado el por fin tan deseado estado del bienestar, ese idílico estatus en el cual el ciudadano apenas necesita aportar nada y en el que sin justificación alguna todos reciben y sobreviven gracias al apoyo, las cuotas y las ayudas o subsidios que les otorga el estado. Algo realmente digno de elogio si lo dicho fuere realmente cierto, pero no, en realidad todo se apoya en una pantomima, un bulo y un engaño, por no tildar de estafa, contra quienes, convencidos de su buen uso, aportan el dinero. La estupidez domina en mayor medida nuestro panorama político. La idiotez y la incongruencia están generando entre muchas otras cosas, una inútil guerra de sexos y un excesivo protagonismo de las minorías que ven como poco a poco sacan rédito de gobiernos débiles y mediocres. Un escenario en el que asesinos y delincuentes acostumbrados a conseguir sus pretensiones por la fuerza o por medio de la violencia son considerados verdaderos demócratas, individuos algunos sin escrúpulos que arramplan y se hacen con los bienes por otros que por la vía legal en su momento adquirieron y en el cual con un cambio de sexo servido al gusto de la moda y de los intereses particulares del momento o cualquier diferencia física y psicológica sirva como excusa y motivo para parasitar a costa del estado. Gobiernos embusteros que recurren a la mentira continuamente y que humillan al pueblo sometiéndoles a la ignorancia, dirigentes capaces de acosar, perseguir y expulsar con medidas coercitivas a los ya escasos valientes emprendedores que cada vez más residuales, son quienes generan la riqueza y exponen su patrimonio al riesgo y suerte de la coyuntura y aun así son tildados una tras otra vez de explotadores, aprovechados y sinvergüenzas, en tanto que nuestros incapaces líderes siguen dilapidado y repartiéndose a grandes mordiscos la riqueza que con enorme esfuerzo suda el pueblo, un ejemplo éste no poco extendido por numerosos países. Al final los individuos verdaderamente útiles se revelarán contra todo y por todo negándose a participar del sistema, emigrando o igualmente trampeando al estado. Sin duda algo similar sucederá con cuantos parásitos acaben por no recibir la ayuda que se les está ofreciendo, pues llegado el momento que seguro habrá de llegar, las arcas del estado quedarán vacías, entonces el caos estará servido.

Los más débiles son los primeros y los que más sufren las consecuencias de un el gobierno y una justicia acomodada a la medida de los incompetentes y menos capaces.

“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”