Dialectic and reasoned foundation, origin of the work
Allá por el siglo IX fue cuando los chinos inventaron la pólvora y desde entonces no hemos hecho otra cosa más que jugar con fuego. Como todo aquello cuanto concibe el ser humano a la pólvora no le faltó una versión ambivalente. Si bien existen opciones que sin ningún género de dudas son admitidas mayoritariamente por su contrastado beneficio útil, práctico y amable, surgieron otras de dudosa procedencia que partieron de quienes por desgracia procuran buscarle un uso partidista nacido de lo más mísero y rastrero de su condición. Los fuegos artificiales en su versión más light o bien como herramienta de potencia y apoyo para modelar y adaptar el paisaje con la creación de nuevas infraestructuras que posibiliten una mayor accesibilidad sobre el entorno entre otras, formarían parte de la versión positiva y benévola de la anunciada invención y de otro lado serían las armas de fuego y todas sus derivaciones aplicadas al intento de someter y coaccionar al ajeno uno de los mayores perjuicios que le traen de cabeza al hombre en su intento por lograr una convivencia pacífica. Algunos han visto en esta deformación un instrumento de poder que les ha permitido hacerse valer por la fuerza y otros en dotarse de ellas como una imperiosa necesidad por el mero sentido de contrarrestar y posicionarse a igual altura para no estar sometidos, pero por unos u otros motivos poco a poco se ha llegado a una escalada armamentística mundial con un poder destructivo inmensurable. Las armas atómicas son su versión más avanzada y sin duda la mayor amenaza de futuro. Nadie desea tener que hacer uso de ellas pero su poder coercitivo es considerable, aunque hoy por hoy el enorme gasto que supone su desarrollo, producción y mantenimiento son ya motivo justificado para su eliminación.
“Los polvorines que atesoran y custodian los ejércitos y armadas de los considerados países más desarrollados del mundo, apilan y almacenan armamento suficiente como para herir de muerte a nuestro planeta y por supuesto suficiente material para crear el mayor espectáculo pirotécnico jamás imaginado, el que reduciría a cenizas nuestro hábitat."
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza ésta serie de obras.”