Dialectic and reasoned foundation, origin of the work
Optar a una mayor cantidad de ofertas y oportunidades, posibilidad única gracias a la especialización, ganar en comodidad y el confort o disponer de una más variada oferta de ocio entre otros factores es y ha sido básicamente lo que nos ha llevado a desplazarnos del entorno rural a las grandes ciudades. Nos hemos convertido en "civitas", conciudadanos que han formado una comunidad para mejorar, progresar y en definitiva para elevar la palabra de lo humano a un nivel superior desde el punto de vista de la organización, lo que nos aparta claramente de cualquier otro mamífero. Pero por otro lado rodearnos de hormigón y asfalto nos ha exigido ciertos sacrificios y renuncias por las que se está pagado, a pequeñas deudas, un coste que se traduce en una mayor debilidad con respecto al medio natural, así como a mostrar un cierto e incluso importante desapego hacia él. Evidentemente cada vez somos más sensibles a las plantas, a sus partículas e incluso a ciertos animales, nos hemos sumergido de lleno en un entorno casi estanco que nos impide luchar e interactuar con el medio natural apartándonos cada vez más de estos ecosistemas. Pero esto evidentemente no es lo único, por otro lado, estamos perdiendo la capacidad de reparar, captar y de saber disfrutar de su delicada belleza, somos auténticos desconocedores de los cuidados y riesgos que debemos tomar cuando nos movemos por sus parajes, lo cual no evita que nuestra sensibilidad sea capaz de apreciar su grandiosidad y su enorme atractivo. Pero cada vez que hacemos una fugaz escapada a un entorno natural nos damos cuenta de cuántas pequeñas sensaciones y apreciaciones hemos dejado de percibir y cuantas de ellas hasta nos resultan molestas e incómodas acostumbrados a no tener que reparar en ellas dentro de la ciudad, ese ambiente de enorme silencio nos permite atrapar el sonido del viento al cruzar las hojas de los árboles, el eco de murmullos y voces estampándose por rocas y peñascos, el nocturno llanto o llamada de pequeños habitantes siempre ocultos a nuestro paso, los maravillosos cambios de luz y de color que se suceden a lo largo del día, convirtiendo el mismo paisaje en un escenario con distinto cariz y diferente encanto, el reguero de las aguas que no sólo orientan al caminante o peregrino, sino que suenan con olor a limpias, claras y nítidas o el musgo y la hierba húmedos por el frescor de la aurora, también el olor de multitud de flores y plantas que en la mayoría de casos ya no conseguimos distinguir y menos identificar. Puede parecer un tanto inmaduro, pero hasta la travesura de pisar charcos, embarrarse y subir hasta la colina más alta desde donde la cual divisar el limpio e interminable horizonte de atardeceres en los que el sol enrojece y desaparece, nos rejuvenece, hace emerger esa parte del joven aventurero, soñador, melancólico y trotamundos que deseaba sentirse libre o liberado.
"Bruma de amanecer y rayos de sol que despuntan y reverberan confundiéndose en resplandor sobre las pequeñas charcas "
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”