Dialectic and reasoned foundation, origin of the work
Grandes anfiteatros abarrotados por multitud de espectadores enaltecidos fueron escenario sobre el que se representaron espectáculos de muy diversa índole en tiempos del imperio romano en cualquiera de los rincones que por entonces formaban parte de sus dominios, fanáticos exaltados vociferando o aplaudiendo apasionados el desarrollo de los acontecimientos. Nada ha cambiado desde entonces, se ha sofisticado y diversificado la oferta y se han creado recintos especialmente preparados para cada tipo de evento, bien relacionados con actos circenses, conciertos musicales, cosos taurinos, proyecciones cinematográficas y teatrales o de eventos deportivos, pero el fín sigue siendo básicamente el mismo, atraer y entretener a un público sediento de emociones en ocasiones fuertes, en otras simplemente emotivas y pasionales. Atracciones con la magia suficiente para deleitarnos y maravillarnos, capaces de sorprendernos, pero lo que sin duda alguna más popularidad y convocatoria de público atrae a estos recintos son aquellos en los que existe el enfrentamiento y la competitividad, hablamos por supuesto de rivalidad deportiva. Un fuerte subidón de adrenalina que traspasa lo meramente deportivo, un recreo que levanta pasiones y altera el ánimo y la decepción, en algunos casos depresión entre exacerbados fans y seguidores que viven por y para su equipo. En un estadio participan no sólo los jugadores, en ese entorno los deportistas son el blanco principal de las miradas, pero el público pletórico y acalorado es quien anima e intimida el juego del contrario coreando y calentando el ambiente. Las más altas competiciones no sólo se viven en directo acudiendo físicamente al recinto, sino que los medios de comunicación de masas abonan grandes sumas de dinero para retrasmitir dicho evento haciendo partícipe cómodamente a los usuarios en sus casas de su disfrute mediante pasarelas multimedia previo pago. Los vencedores serán los héroes victoriosos y para los derrotados todo quedará en el sueño frustrado de un año de trabajo y esfuerzo que se habrá de borrar "ipso facto" de la memoria para dar lugar a un nuevo comienzo. Es increíble la ingente cantidad de dinero que mueve un espectáculo deportivo a este nivel, las sumas crecen por cada eliminatoria superada. El marketing lo envuelve todo, publicidad en anuncios, camisetas y equipamiento con los colores o el escudo del equipo afín, el coste de las entradas al recinto, la desorbitada cantidad de dietas que se llevan los vencedores, sumado todo ello a unos sueldos y fichajes astronómicos para adquirir a los más competitivos jugadores del momento. Pero ahí no queda todo, para la ciudad que acoge el evento supone unos ingresos extraordinarios por turismo y consumo en bebidas, comidas y recuerdos que multiplican la recaudación de bares y tiendas durante esos días. La cara positiva es que este tipo de eventos lleva adscrita una rivalidad sana que no supone poner en riesgo la vida de ninguno de los actores que participan en la disputa y la cara negativa es que entre el público no todos saben asumir las derrotas con deportividad y elegancia, llegando en casos extremos, una vez acabado el evento, al enfrentamiento en calles con las fuerzas de seguridad.
"Final de la Champions, evento deportivo futbolístico que reúne y enfrenta a los mejores equipos del continente europeo que luchan por liderar un año más la competición y lograr el título que lo acredita"
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”