Dialectic and reasoned foundation, origin of the work
Ser elemento dotado de vida no es una opción a libre elección, si bien en origen fue propósito intencionado o preconcebido ajeno a nuestra voluntad, no es algo para lo cual estuviéramos predestinados, nuestro papel no estaba escrito con anticipación y en ningún lugar rezan líneas a las que nuestro futuro haya de seguir, en todo momento éste forma y formará parte de algo aleatorio por determinar contribuyendo a ello notablemente eso sí, cuantos caprichos nos depare el azar. Dispondremos de un montón de páginas en blanco, las de un libro que se irá cumplimentando a medida que la suma de experiencias y conocimientos sean evidentes, formalizaremos un papel dentro la sociedad en la que habremos de buscar un estatus entre lo preestablecido, intentando posicionarnos en el lugar más cómodo y seguro entre el abanico de nuestras posibilidades, acorde al esfuerzo y al tiempo invertidos y paralelamente quizás, crear un entorno familiar en el que sentirnos a gusto que nos permita echar raíces, lo que en un símil supondría prolongar nuestra vida, pero con cierto tiempo a libre disposición para el ocio y recreo personal. Todo se sucederá según unas pautas acorde al paso del tiempo, cronómetro implacable que obligará a pasar cada una de esas páginas más o menos manuscritas y a quemar edades, períodos y etapas. Todo tendrá su momento y cada momento su punto álgido de óptima madurez cuyo desarrollo nos ayudará a determinar el cómo y cuándo de aquellas cosas que han se suceder, de esas pocas cosas de que disponemos a libre elección. De por medio haremos camino consumiendo suela y evitando el barro hasta que un día cualquiera en esa andadura crucemos camino con quien nos acompañará, quizás hacia un nuevo rumbo por período indeterminado, de ese modo irán fluyendo a borbotones textos de palabras encadenadas escritas a tinta y sangre. Tinta que almacenada esperó paciente en el tintero a ser estampada para que otros en posteridad tuvieran conocimiento de quiénes fuimos y cómo vivimos, pero también con sangre, la que riega y alimenta la memoria en lo que esta perdure, explícito recurso para cuantos echen mirada atrás. Nuestro periplo como seres en plenitud de facultades y más o menos autosuficientes en realidad es relativamente corto, gran parte del recorrido de la vida se completa con mínima o la justa capacidad para subsistir, porque la vida se ha vuelto compleja y aprender a bandear todos sus frentes es tan solo para expertos, esto no es algo nuevo, siempre ha tenido ese componente de complejidad que ha confirmado que la madurez es garantía de salvedad y longevidad. Por fin, en el momento menos esperado o incluso aun intuyendo que nos acercamos a él, llegará nuestra partida y será entonces cuando habremos de entender que se ha completado el círculo, el denominado ciclo de la vida, el de nuestro ocaso y el óbito que es a su vez el del comienzo de otras tantas. Porque nuestra muerte será el punto de partida para muchos otros, esto es así, es lo natural y aunque está más o menos entiendo no resulta para nada amable ni bien asumido.
“Tal gruesa soga, aunque enmarañada bien enlazada en un trayecto sin fin, recorre la vida su camino de ida vuelta, pues incluso una vez fenecidos, somos y formamos parte fundamental de la vida”
“Quietud y Flema” es parte del título de una serie secuencial de obras que son una pretendida apuesta por romper con el global de la obra de este autor, en su conjunto dinámica, incesante y de una agitación extrema, tal y como no podía ser de otra manera tratándose de un fiel reflejo del imperante modo de vida en el que se desenvuelve. Un remanso de paz en el que parece reconciliarse con el resto de la humanidad."