Retrato de un Miguel Unamuno raramente envejecido y sin pelo, como icono universal de las letras posando al estilo picassiano. En realidad antes de llegar a observar detenida y meticulosamente la imagen del gran filósofo español, en alguna ocasión debí de cruzar su imagen visionada de pasada en algún libro de texto con la de Juan Ramón Jiménez y por ello tuve la sensación de que padecía de alopecia. Al ser un retrato sujeto únicamente al recuerdo, sin modelo al cual copiar, lo representé tál y como imaginé que podía ser. La técnica de trabajo a base de óleo mediante trazos de espátula sobre el fondo y pinceles en la figura. Un derroche, debió de pensar mi madre de pintura, pues el modesto nivel de ingresos de mis padres no permitía despilfarrar en abundancia pigmento de ése modo y he de reconocer que éste trabajo suponía una aplicación de empaste con generosidad. Sinceramente eso me procuraba un gran remordimiento de conciencia.