Dialectic and reasoned foundation, origin of the work
No existe mayor tormento que el de una voz incapaz de lamentarse, el sollozo de un lagrimal al que apenas restan lágrimas por fluir o sonrisa que participe de la sinrazón por puro desconsuelo.
En general una gran parte de los artistas plásticos resultamos ser introvertidos básicamente porque apenas llegamos a entender la mayor parte de las explicaciones con la que se nos intenta convencer de la enorme incoherencia que impregna nuestro entorno y en la resignación nos refugiamos bajo el silencio. La rebeldía, la tensión e impotencia que acumulamos justifica nuestro trabajo. Esa es la única manera de trasladar nuestra incomprensión a la vida real, provocamos gritos mudos que intentan poner en evidencia la enorme hipocresía y la insensibilidad que domina nuestras vidas. Si las gargantas han de llorar, antes han de gritar a pesar de que su timbre suene a mutismo y a la reverberación de un eco ahogado entre cuatro paredes, un lienzo o una pantalla.
"La luz densa, plomiza y apelmazada del amanecer turbio recrea los momentos de melancolía en los que nuestro estado de ánimo se torna bajo la indefensión. Lágrimas que forman el velo que ha de empañar un matutino día que fuerza a la perpetua reflexión. La duda que pende acerca de si el ser humano se vuelve ahora perverso por instinto natural o continúa formando parte de un aprendizaje adquirido dentro del entorno social en el que se desenvuelve."
“Quietud y flema” es parte del título de una serie secuencial de obras que son una pretendida apuesta por romper con el global de la obra de éste autor, en su conjunto dinámica, incesante y de una agitación extrema, tal y como no podía ser de otra manera tratándose de un fiel reflejo del imperante modo de vida en el que se desenvuelve. Un remanso de paz en el que parece reconciliarse con el resto de la humanidad."