Dialectic and reasoned foundation, origin of the work
A nadie se le puede negar el justo derecho a tomar libremente de la naturaleza la diversidad de los dispuesto en pro de mantener latente nuestro organismo. Pero en su afán por monopolizar y acaparar todo cuanto le sea posible a la vez de autoproclamarse él mismo como justo administrador en el reparto de bienes, el ser humano a ido tolerando y dejando en manos de unos pocos el usufructo y la disposición de dichos bienes a cambio de recibir por de ello ciertas compensaciones económicas. Necesitamos adquirir y proveernos de cuanto precisamos, de aquellas materias y elementos básicos indispensables no solo para realizar nuestra actividad sino para sobrevivir y mantener nuestros principios vitales. Pero por la facultad de haber llegado a este alto nivel de especialización que nos liberó de la premisa de buscar alimento y debido a lo realmente fácil que nos lo ha puesto la industria, apenas al alcance de una mano, hoy ya por cuenta propia y por nuestros medios resultaría ardua tarea lograrlo sin esos agentes externos, de ahí la actual dependencia de un caro canal de distribución que por supuesto y ante todo lo que persigue es la riqueza. La economía de mercado ha extendido sus tentáculos por cuantas áreas le han supuesto claro beneficio y sobre aquellas que a priori no lo eran, pero en las cual ha ejercido la suficiente influencia para que acaben siendo un elemento más que productivo. Artículos algunos que aun no siendo bienes primarios necesarios se han convertido en piezas de habitual consumo, hasta tal punto que ahora nos resulta difícil desprendernos de ellos, todo siempre debidamente bien envasado y etiquetado. De este modo hemos ido tolerado el hecho de que bienes inalienables e innegociables se vendan y coticen como uno más de nuestra cesta diaria, así es y ocurre con el agua embotellada o el aire que respiramos que en no en mucho tiempo lo encontraremos servido en bombonas o cantimploras adaptadas a uso doméstico como un preciado bien más, pero ahora con la justificación de estar refinado y mejorado. Algo tan intransferible, que siempre estuvo a disposición y al alcance de cualquiera y de lo que libremente se pudo disponer sin coste ni justificación alguna, se convierte en un arma de dependencia y de uso exclusivo para consumidores capaces de abonar una cierta cantidad por ello. Nos venden sus productos como más naturales y sanos con la excusa de superar estrictos controles y exámenes químicos pero nuestro organismo cada vez se vuelve más sensible y poco a poco intolerable al medio natural. La leche, los cereales y muchos otros productos nos resultan en cierta medida perjudiciales si vienen sin tratar. Pero donde hay economía y mercado hay agentes e intermediarios dispuestos a hacer el agosto con la oportuna dependencia de los demás, al final y como no puede ser de otra manera entran en el tablero los grandes magnates y las fortunas mundiales para hacerse con el control de tan lucrativos recursos. Y por qué no decirlo, que alentando y arropando a un ecologismo iluso lleno de ideales y de escasos propósitos prácticos que no ve más allá de sus narices, estamos consiguiendo que el gobierno desmantele embalses y pantanos para hacer cada vez más difícil la adquisición de agua fuera de los canales de pago.
"El aire tendrá su coste, cada pulso respiratorio tendrá necesidad de una bocanada de aire que se pagará a precio de mercado. Respirar costará dinero y como siempre ha ocurrido, lo que es de todos, estará en manos de los poderosos y en uso para quienes tengan cierto poder adquisitivo"
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza esta serie de obras.”